Si la cara es el espejo del alma, entonces María del Mar es la confirmación. Su seco rostro es el reflejo de su agostado espíritu. Tener una conversación con ella es como atravesar el desierto de los Monegros comiendo polvorones.
Confié mis ahorros a esta compañía y ahora no los devuelve. Tras estar cuatro meses mareándome y dándome largas, voy a relatar la historia hasta la sentencia que les condene a devolver mi dinero.
jueves, 28 de octubre de 2010
Pongamos un rostro
Ella es como Betty la fea, pero mucho más fea, pero más fea, en fin, no quiero que esto se interprete como una especie de injuria pues se trata sólo de dar verosimilitud al relato..., digamos que Betty es mucho más guapa. No sé si por agarrotamiento muscular o por un déficit de terminaciones nerviosas pero le faltan expresiones faciales. Hace poco estuve en el Museo de Madame Tussaud's y me acordé de ella. Estoy segura de que si María del Mar lo visita y comete el error de quedarse quieta, enseguida se le arrimarán los turistas para hacerse fotos pensando que debe ser la descendiente de 20 generaciones endogámicas de alguna realeza centroeuropea.
Si la cara es el espejo del alma, entonces María del Mar es la confirmación. Su seco rostro es el reflejo de su agostado espíritu. Tener una conversación con ella es como atravesar el desierto de los Monegros comiendo polvorones.
Si la cara es el espejo del alma, entonces María del Mar es la confirmación. Su seco rostro es el reflejo de su agostado espíritu. Tener una conversación con ella es como atravesar el desierto de los Monegros comiendo polvorones.
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